Eli y sus amigos enfrentan a sus miedos más grandes-Patinetas (la oficina del director), Eli (dentista), y Pillín (hablar en público).
TEMA
Temor.
VERSíCULO PARA MEMORIZAR
Salmo 56:3-4
Cuando tengo miedo, confío en Dios y no tengo miedo.
NOTAS
El miedo es una emoción común en todos nosotros. A veces el miedo es un regalo, algo que nos advierte del peligro y nos impulsa a estar en guardia. Pero ese no es el tipo de miedo al que Eli y sus amigos se enfrentan en este episodio. Ellos enfrentan algunos de los temores más comunes que los chicos/niños experimentan… miedo a lo desconocido, miedo a un nuevo reto, o miedo al castigo.
¿Qué haces cuando tienes miedo? ¿Te preocupas? ¿Corres? ¿Te escondes? ¿Te niegas a tomar riesgos? El versículo de la Biblia que animó a Eli y sus amigos, es uno que haríamos bien en recordar y enseñar a nuestros hijos. “Cuando tengo miedo, confío en Dios y no tengo miedo.” ¿Es esto tu testimonio? ¿Estás enseñando a tus hijos a confiar en Dios cuando tienen miedo?
PRÁCTICA
¿Escuchaste bien esta historia?
- ¿Cuál fue el gran temor de Patinetas?
R. Ir a la oficina del director. - Y Eli, ¿de qué tenía temor?
R. De ir al dentista. - ¿Qué hizo que Pillín tuviera tanto miedo?
R. Hablar frente a un grupo de personas.
BUENA PREGUNTA
Esta pregunta es para ayudar a los niños a desarrollar un conocimiento bíblico de Dios. El propósito es ayudar a los padres a guiar la conversación hacia un entendimiento bíblico. Le recomendamos que use una Biblia abierta en esta conversación.
- ¿Por qué poner nuestra confianza en Dios nos quita el temor?
- R. Dos razones:
1) Porque Dios nos ama. 1 Juan 4: 8 nos dice que Dios es amor. Continúa asegurándonos que el amor de Dios es amor puesto en acción: “Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él.” El amor como este “echa afuera el miedo” (versículo 18). Así que, cuando somos amados por el amor perfecto de Dios, no hay lugar para el temor.
2) Porque Dios ha prometido estar con nosotros en todas las circunstancias, incluso en aquellas que nos dan temor. Como dice el Salmo 23: “Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo” (Memorizar Salmo 23 sería un gran proyecto para la familia). También Isaías 43:1 nos asegura: “No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío”.
¿Y QUÉ?
Si no ponemos en acción lo que escuchamos, no aprendemos, por lo que esta actividad tiene como objetivo motivar a acción lo que hemos aprendido acerca de Dios y su deseo para nosotros.
¿Cuál es tu temor más grande? ¿Puedes contarle a Jesús? ¿Confías en Él para ayudarte?
VERSíCULO
Jueces 6-7
¿Te preocupas mucho? No estás solo. Gedeón era un campeón angustiado. Siempre andaba preocupado, pero siempre hacía lo correcto cuando estaba preocupado. A ver si te puedes dar cuenta qué era.
Un día el Señor se acercó a Gedeón. El Señor empezó a decir que lo había elegido para rescatar a los israelitas de los madianitas malvados, pero Gedeón lo interrumpió y le dijo: “Dame una prueba de que realmente eres tú quien habla conmigo.”
Dios hizo una señal para tranquilizarlo. Entonces le explicó su plan para salvar a los israelitas. Una vez más, Gedeón se preocupó y dijo: “Si de veras me vas a usar para salvar a Israel, como tú mismo has dicho, voy a poner el cuero lanudo de una oveja en el lugar donde se trilla el trigo. Si por la mañana la lana está mojada de rocío, pero la tierra está seca, sabré que de veras vas a usarme para salvar a Israel, como tú mismo has dicho.”
Dios escuchó la preocupación de Gedeón, empapó el trozo de lana y dejó seca la tierra alrededor de ella. Al día siguiente Gedeón pidió a Dios que dejara la lana seca mientras que a su alrededor todo estuviera mojado. Dios lo hizo y finalmente, Gedeón creyó que era Dios quien estaba hablando.
Entonces Dios le dijo a Gedeón que condujera a 300 hombres contra los madianitas. De nuevo Gedeón estuvo preocupado, así que Dios le ordenó: “Levántate y baja a atacar a los madianitas, pues los voy a entregar en tus manos. Pero si tienes miedo de atacarlos, baja antes al campamento con Purá, tu criado, y escucha lo que digan. Después te sentirás con más ánimo para atacarlos.” Gedeón se arrastró hasta el campamento y escuchó al enemigo hablando de su temor a Dios. ¡Al fin, Gedeón estaba listo para luchar!
Una y otra vez, Gedeón estaba preocupado por lo que pudiera pasar. Estaba demasiado preocupado, pero en cada ocasión hablaba con Dios y le pedía ayuda. Y cada vez Dios lo tranquilizaba. Dios no se cansó de ayudar a Gedeón para que dejara de preocuparse.
Es lo mismo contigo. Cuando sientes que la preocupación se está apoderando de ti, cuéntale a Dios. Pídele que te ayude. Dios no le falló a Gedeón, y nunca te fallará a ti, tampoco.